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Foto del escritorDario Piana

Javier Milei: ¿Libertario, o "Ultra-Derecha?"

por Darío Piana


¿Es el nuevo Presidente de Argentina realmente de "ultra-derecha"?



Argentina hizo historia hoy eligiendo al primer Presidente libertario del mundo.


Javier Milei, candidato de la coalición denominada "La Libertad Avanza", fue declarado esta tarde ganador del balotaje, o segunda vuelta, del proceso electoral Argentino, convirtiéndose en el nuevo Presidente Electo de ese país.


Milei, que se describe a sí mismo como "libertario", pasó en dos o tres años de ser conocido como un economista y comentarista televisivo a ser Diputado en el Congreso Argentino, candidato a la Presidencia y hoy Presidente Electo.


Los medios y comentaristas latinoamericanos, que en su mayoría habían asumido que era poco probable que ganara Milei, se vieron sorprendidos y han reaccionado irreflexivamente, caracterizando su triunfo electoral como una victoria de la “ultra-derecha”.


En el mejor de los casos, esto responde a un entendimiento parcial y uni-dimensional de la geometría política, donde solo se entiende un eje “x”, que es el clásico: “izquierda” vs “derecha”.


Para aclarar lo que le falta a este entendimiento, habría que agregar cuando menos un eje más a esta gráfica: un eje “y”, por así decirle. Este segundo eje, perpendicular al primero, correspondería a: libertario vs autoritario.



Mientras más misiones y poderes se le quiera dar el Estado, sean de “izquierda” o “derecha”, más se está del lado del autoritarismo. Correspondientemente, mientras más se quiera limitar el poder y las misiones del Estado, más se está del lado del libertarismo.


Muchas personas no se identifican claramente con ninguna de las corrientes o filosofías políticas que conocen y se ubicarían cerca del centro del cuadrante.


Pero, para ilustrar las diferencias con ejemplos claros, consideremos algunos ejemplos de personas con ideologías ubicadas más cerca de los extremos, o de cada una de las 4 esquinas, del cuadrante.


Por ejemplo, un autoritario de “izquierda” (esquina superior izquierda en el cuadrante) podría querer utilizar al Estado para tomar el control de todos los medios de comunicación y producción con la supuesta intención de beneficiar a los trabajadores, hacer justicia social, educar a la gente y favorecer al bien común. Mao Tse Tung y Fidel Castro serían buenos ejemplos de esto.


Mientras tanto, un autoritario de “derecha” (esquina superior derecha) probablemente buscaría usar al Estado para imponer valores nacionalistas y religiosos, perseguir, deportar o eliminar a minorías odiadas y hacer la guerra a otros países, con la supuesta intención de restaurar los valores tradicionales y la grandeza perdida, o de “purificar” al país. Adolf Hitler, Augusto Pinochet, Radovan Karadzic e incluso Donald Trump cuadran con esta categoría.


Los autoritarios, sean de izquierda o de derecha, buscan un Estado fuerte, que tenga amplios poderes y que intervenga en la vida de las personas de forma importante y constante. Buscan utilizar el poder coercitivo del Estado no solo para imponer sus valores, sino también para controlar la economía y redistribuir las propiedades, ingresos y riqueza de los invidividuos. El dinero que le quitan por la fuerza a las personas les permite financiar las supuestamente buenas intenciones que cada grupo ofrece como el fin que supuestamente justifica sus ilegítimos medios.


Por otra parte, un libertario de “izquierda”, por ejemplo, (esquina inferior izquierda en el cuadrante) buscaría que todos compartan todo, pero no estaría de acuerdo con que se obligara a nadie a hacerlo. El ejemplo ideal podría haberse encontrado en cualquiera de las comunas hippies que se hicieron populares en EEUU durante los años 60 y 70 del siglo pasado, o entre cualquier grupo de jóvenes filósofos y artistas contemporáneos, de los que se consideran “anti-materialistas”. Aunque tienen tendencias comunistas o socialistas, muchos de estos jóvenes son escépticos respecto al Estado y miran con desconfianza a sus leyes y estructuras.


Finalmente, por su parte, un libertario de “derecha”, (esquina inferior derecha) además de ser pro-capitalista podría, por ejemplo, ser homofóbico, religioso e incluso racista, en el peor de los casos; pero solo le pediría al Estado que lo deje en paz. Ejemplos de este tipo de personas abundan entre granjeros, poblaciones rurales y de pequeñas ciudades en EEUU. Muchos de ellos son fieramente independientes y sospechosos de todo lo que hace el Estado.


Es notable que, en ambos casos, los libertarios buscan un Estado muy limitado, y en ningún caso buscan darle al Estado suficiente poder como para imponerle sus valores a los demás.


Esto implica diferencias importantes respecto a las consecuencias de elegir a un autoritario en lugar de un libertario, sean de “izquierda” o “derecha”.


Un Presidente genuinamente libertario, por definición, buscaría limitar al máximo los poderes del Estado. Buscaría reducir el presupuesto público y los impuestos a los mínimos posibles, y buscaría dar a los ciudadanos el máximo grado posible de libertad individual.


Un libertario haría esto independientemente de que fuera de “izquierda” o de “derecha”. Sus propios valores y preferencias podrían, en el peor de los casos, influir solamente en la parte mínima que le quedaría al Estado. Serían poco relevantes.


Pero con los regímenes autoritarios es el caso opuesto. Por eso, en esos casos, la gente acaba observando e intentando conocer cada detalle del comportamiento, de la personalidad, los gustos y preferencias del gran líder, convirtiéndolo eventualmente en objeto de culto.


Tiene cierto sentido, puesto que se han puesto de acuerdo y votado sobre nada más que una serie de promesas y buenas intenciones, sin especificar los medios y métodos que se usarán para lograrlas. Por lo tanto, tienen que confiar en que el gran líder tendrá la sabiduría necesaria para decidir cómo lograr esas metas.


Como consecuencia, cada una de las preferencias del gran líder, por subjetiva que sea, se convierte en algo importante, puesto que puede determinar no solamente el destino de algún colaborador, sino terminar convirtiéndose en nuevas políticas de Estado, nuevas leyes, y nuevos costos y obligaciones para los ciudadanos.


Teniendo todo esto en cuenta, es posible que la diferencia entre un gobierno autoritario y uno libertario sea de hecho más significativa que la diferencia entre uno de "izquierda" y uno de "derecha".


En conclusión, si se entienden estos conceptos y se tiene clara la diferencia entre libertario y de “derecha”, debería ser obvio que describir el triunfo de Milei como una victoria de la “ultra-derecha” demuestra una de dos cosas; ya sea la total ignorancia de lo aquí explicado, o la intención de satanizar a Milei, aunque sea describiéndolo de forma intencionalmente engañosa.


Siendo libertario, la posición de Milei respecto a diversos temas debería ser fácilmente predecible para cualquiera que entienda los principios libertarios. La habilidad y la capacidad que tenga para implementar esas ideas, así como los límites que le imponen las leyes y estructuras existentes, determinarán el éxito que podrá tener el primer Presidente libertario del mundo.


Por ahora, el simple hecho de que haya introducido las ideas libertarias al espacio de la discusión pública en Latinoamérica es, ya de por sí, muy valioso.


Si los resultados positivos se dan, Milei podría estar abriendo el camino y dando un importante impulso al libertarismo, no solamente en Latinoamérica, sino en todo el mundo.


Felicidades a Javier Milei.


¡Viva la libertad, carajo!




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