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Foto del escritorMarcelo Arteaga Mata

Lenin, Milei y Hitler


“El caos es una escalera.” - George R.R. Martin


La expresión reductio ad Hitlerum es una falacia del tipo ad hominem donde algún punto de vista queda refutado al ser casualmente compartido por Adolf Hitler. Irónicamente es usado por la izquierda para asocial cualquier política pública que les desagrade con el partido Nacional-socialista Alemán y por lo tanto la encarnación del mal. Habiendo dicho esto, si existen paralelos entre Hitler y figuras políticas que merecen ser apreciadas en su contexto y esto pueden ayudarnos mejor entender una situación política. Como se suele decir, la historia no se repite per rima. Por ejemplo:


En 1920 - 1923 a consecuencia de una alta inflación causada por las reparaciones de la primera guerra mundial y la impresión de dinero para costear dicha guerra muchos alemanes cayeron en la pobreza. Esto hizo que decayera el soporte por el gobierno alemán en este tiempo llamada “República de Weimar” dio paso a un partido con ideas radicales Nazis quienes liderados por Hitler tomaron control del gobierno en 1933 y cambiaron la moneda al “Rentenmark” para tratar solucionar la alta inflación. Pero en realidad no pudieron solucionar fundamentalmente el problema económico. Esencialmente el plan del gobierno Nazi era endeudarse para financiar el gobierno sin tener intención de pagar y usar los bienes robados de los judíos y los países conquistados para aparentar solvencia.

De manera similar en la Argentina, a consecuencia de una alta inflación causada por el endeudamiento público con el fin de mantener a la clase dominante en el poder a través de programas renteros, muchos argentinos cayeron en la pobreza. Esto hizo que decayera el soporte por el gobierno actual y dio paso a un partido con ideas radicales libertarias quienes liderados por Milei tomaron control del gobierno y planean cambiar la moneda al dólar americano para poder solucionar la alta inflación. Pero en realidad es poco probable que se pueda solucionar fundamentalmente el problema económico. Esto debido a que el partido libertario no tiene control del congreso, no tiene suficientes dólares para poder cambiar su moneda y el país tiene una historia de tomar deuda y no querer pagar, haciéndolo insolvente y no digno de crédito. El futuro de Argentina y Milei parece ser negativo, pero al menos están tomando los pasos correctos para corregir los errores del pasado.

Uso este paralelo de Alemania Nazi y el Triunfo del Partido Libertario argentino como una oportunidad de reflexión sobre el futuro del movimiento libertario. En particular quiero hacer tres puntos clave.

  1. Es importante el unirnos alrededor de un caudillo para crecer como un grupo ideológico en la conciencia popular.

  2. Debemos capitalizar en la victoria y prepararnos para el cambio de los vientos políticos.

  3. Debemos evitar el depender de un solo caudillo.


El primer punto es muy sencillo, si queremos ser considerados como una fuerza política seria necesitamos representantes y una unidad partidista detrás de ellos. Las críticas y reflexiones son adecuadas dentro del partido o movimiento, pero exteriormente debemos mostrar unidad para poder mostrar un frente uniforme contra la oposición. Por ejemplo, cualesquiera que sean las fallas de Milei creo existe un consenso general dentro de los círculos libertarios que él es un auténtico libertario y está haciendo lo mejor que puede. Esto no solo debe ser reconocido, pero apoyado donde sea posible. Las fallas en su carácter o en algún fino punto de política publica deben ser balanceados con el gran salto adelante que ha dado a la credibilidad de los libertarios como un frente político.

El segundo punto es que debemos como movimiento esperar lo mejor y preparar para lo peor. Milei ha incrementado la credibilidad del movimiento, pero dado a que no tiene una maquinaria política culturalmente libertaria detrás o representación significativa en el congreso esto puede causar que falle en llevar a cabo sus promesas y que pierda el favor del público. Milei gano con el 55% del voto, pero muchos de esos votos fuero por desesperación y en contra del estatus Q, no votos libertarios. La fama es una amante voluble y así como viene se va. Debemos organizarnos con más ahínco, hacer eventos y empoderar a más caudillos a salir a la luz pública mientras tenemos el viento a nuestro favor.

Finalmente, debemos apoyar a Milei al mismo tiempo que formamos más caudillos que puedan tomar decisiones como parte de una vanguardia libertaria. No debemos de depender de solo un caudillo, sino crear una situación donde un consenso en una vanguardia pueda sacar adelante políticas públicas. Al menos esa es la reflexión que yo tomo de los escritos de Rothbard en donde compara a Hitler y Lenin. A continuación, le dejo un extracto del artículo titulado: “Hacia una estrategia de cambio social libertario” (Abril 1977)



10. Cualidades de liderazgo


En términos de rapidez de éxito desde el comienzo como una pequeña minoría, Lenin y Hitler son sin duda los dos revolucionarios ideológicos más notables de la historia moderna. Ambos empezaron con pequeños movimientos minoritarios, ambos fueron capaces de mantenerse firmes en sus objetivos finales al tiempo que ajustaban las tácticas con flexibilidad y habilidad a las condiciones cambiantes, es decir, ambos fueron destacados emprendedores ideológicos, y ambos fueron capaces de dirigir sus movimientos a través del fracaso y la vicisitud hasta el éxito final en un país grande y moderno en un tiempo notablemente corto: aproximadamente entre quince y veinte años. En cierto sentido, el de Hitler fue el logro más notable, ya que empezó con sólo un puñado de personas [58], alcanzó el éxito más rápidamente y dirigió el movimiento de forma mucho más personal que Lenin. Lenin, sin embargo, además de ser el primero, fue el teórico estratégico y táctico más importante y fructífero. Eran personalidades muy diferentes. Hitler, por ejemplo, era sin duda muy carismático y un orador cautivador; Lenin, en cambio, apenas llamaba la atención cuando entraba en una habitación y a menudo decepcionaba a quienes lo conocían por primera vez. Pero además de percibir las tácticas adecuadas a seguir en pos de un objetivo final tenazmente mantenido, ambos hombres estaban marcados por una característica personal común generalmente percibida por quienes les rodeaban: una voluntad indomable.


La influencia personal de Hitler sobre el partido nazi era tal que, al principio de su carrera, "eran sus ideas y sus objetivos exclusivamente los que determinaban las acciones del partido". Además,


El programa oficial del partido... contenía elementos que o bien no interesaban a Hitler o bien entraban en conflicto con sus propias ideas. Característicamente, Hitler manejó el programa como lo hicieron los hombres que lo escribieron. Lo utilizaba cuando era tácticamente ventajoso y lo ignoraba en los demás casos. Para las bases del partido y para sus principales dirigentes, Hitler ya era el factor central "en el cosmos político ... [FN31: Gordon, Hitler, p. 51.].


En cuanto a la indomable voluntad de Hitler, "creía plena y apasionadamente en el 'triunfo de la voluntad' ... El fin justificaba todos y cada uno de los medios que pudiera utilizar". He aquí, pues, una política y una voluntad que, con el instrumento adecuado, podía y quería sacudir al mundo". Ademas:


Los objetivos y la táctica de Hitler determinaron sus relaciones con todos los demás elementos de la escena política bávara. Sus objetivos determinaron su actitud hacia ellos y sus [59] puntos de vista sobre las tácticas determinaron su manera de tratar con ellos... Ni la simpatía con los racistas ni el acuerdo con los nacionalistas vigorosos sobre el papel de Alemania en el mundo le apartaron un ápice de su camino. Si se resistían, había que aplastarlos. Si se comprometían, debían ser utilizados sin piedad y descartados cada vez que se volvieran intranquilos. [Gordon, Hitler, pp. 54-55.]


El carisma y la eficacia personal de Hitler están plenamente atestiguados por el profesor Gordon:


Hitler... era un activo incomparable para cualquier organización política. Era un hechicero que podía conquistar las emociones y lealtades de masas de hombres. También era un astuto conspirador de habilidad bizantina y, por último, pero no por ello menos importante, un hombre que no sabía cuándo estaba derrotado, e históricamente el tonto que no sabe cuándo está derrotado ha aplastado más de una vez a los abrumadores poderes que se le oponían. Hitler reunió así en su físicamente insignificante persona los talentos y características de Demóstenes, Fernando de Aragón y Roberto el Bruce; y les añadió la ambición y los objetivos arrolladores de Alejandro o Napoleón. [Gordon, Hitler, p. 50.]



La frase "el triunfo de la voluntad" se ha aplicado a menudo a Hitler. Pero también con el poco carismático Lenin. Tony Cliff escribe que "probablemente nunca ha habido un revolucionario más decidido, resuelto y persistente que Lenin. Es significativo que las palabras más recurrentes en sus escritos sean probablemente 'implacable' e 'irreconciliable'. Por encima de todo, tenía una fuerza de voluntad inquebrantable". A. V. Lunacharsky escribió sobre Lenin que "el rasgo dominante de su carácter, ... era su voluntad: una voluntad extremadamente firme, extremadamente enérgica, capaz de concentrarse en la tarea más inmediata, pero que nunca se desvió más allá del radio trazado por su poderoso intelecto y que [60] asignaba a cada problema individual su lugar como eslabón de una enorme cadena política mundial." A. N. Potresov y P. B. Axelrod, ambos antiguos colaboradores cercanos de Lenin que más tarde se convirtieron en sus oponentes mencheviques, coincidieron en esta estimación de Lenin. Potresov recuerda que "todos los que estábamos más cerca del trabajo... valorábamos a Lenin no sólo por sus conocimientos, su cerebro y su capacidad de trabajo, sino también por su excepcional devoción a la causa, su incesante disposición a entregarse por completo, a asumir las funciones más desagradables y a desempeñarlas sin falta con la máxima conciencia". Y Axelrod, cuando le preguntaron "cómo puede un hombre ser tan eficaz y tan peligroso", respondió: "Porque no hay otro hombre que durante las veinticuatro horas del día esté ocupado con la revolución, que no tenga otros pensamientos que los de la revolución, y que, incluso cuando duerme, no sueñe con otra cosa que con la revolución. Trata de manejar a un tipo así". [FN34: Todas las citas están en Cliff, Lenin, I. pp. 77-78. Las de Lunacharsky pueden encontrarse en A. V. Lunacharsky, Revolutionary Silhouettes (Londres, 1967), pág. 39].


Uno de los atributos de Lenin era que, aunque cálido y generoso con amigos y colegas, tenía una notable capacidad para dar un paso atrás y evaluar a cada persona fría y objetivamente, a la luz de los requisitos del movimiento. Así, la viuda de Lenin, Krupskaya, escribe que uno de sus "rasgos característicos era su capacidad para distinguir las disputas sobre principios de las disputas personales y su habilidad para situar los intereses de la causa por encima de todo lo demás". Cuando un oponente le atacaba, Ilich (Lenin) se enardecía, devolvía el golpe, presionaba con su propio punto de vista; pero cuando surgían nuevas tareas y se descubría que era posible cooperar con el [61] oponente, Ilich era capaz de acercarse al oponente de ayer como a un camarada". Tony Cliii concluye que la "actitud de Lenin hacia una persona tendía a cambiar radicalmente, dependiendo de si en ese momento estaba de su lado o en su contra. No había volubilidad en estos apegos. La razón por la que uno encuentra a menudo en los escritos de Lenin sorprendentes contradicciones en sus comentarios sobre las personas, es que su regla básica era que las necesidades de la lucha tenían prioridad sobre todo lo demás". [FN35: Cliff, Lenin, pp. 116-18; N.S. Krupskaya, Memories of Lenin* (Londres; 1970), p. 217.].


Aunque Lenin apenas era un partido unipersonal, era sin duda el líder principal, el primus inter pares, del partido bolchevique. Parece claro, por la división del trabajo, que un hombre asumirá probablemente el liderazgo de los cuadros de cualquier organización, en virtud de una capacidad superior, perspicacia, dedicación y espíritu emprendedor ideológico. Incluso la necesariamente descentralizada primera revolución moderna con éxito, la estadounidense {ver más abajo) tuvo destacados líderes radicales individuales en cada región {Sam Adams en Boston, Patrick Henry en Virginia , Christopher Gadsden en Charleston, etc.). Pero parece haber una diferencia importante entre el liderazgo unipersonal total o absoluto, por un lado, y un cuadro o comité de líderes, por otro. Porque, aunque es probable que las decisiones sean más rápidas y aparentemente más eficientes en el primer caso, el destino del movimiento pasa a depender de las limitaciones, así como del genio, de un hombre en particular. Sin duda, esa dependencia es peligrosa para cualquier movimiento. El fracaso de la John Birch Society se debe seguramente a su dependencia exclusiva de las limitaciones de un hombre, Robert Welch, de modo que su falta de conocimientos en muchas áreas y su [62]La perspectiva paranoica se ha estampado necesariamente en la Sociedad Birch, en su grave y permanente detrimento. Las aberraciones personales de Hitler en sus últimos años de poder son bien conocidas. El papel de primus inter pares de Lenin parece mucho más sólido, aunque, por supuesto, esto significa que el movimiento no puede confiar en un culto a la personalidad para su ideología básica. Si bien la dirección colegiada de los cuadros superiores puede ralentizar la toma de decisiones, es mucho más probable que garantice la solidez de las mismas. La necesidad de convencer a un comité o a un grupo de líderes de alto nivel garantiza los controles y equilibrios dentro del grupo más capacitado del movimiento, y asegura una retroalimentación continua de las ideas de los líderes con otras percepciones de la realidad. De lo contrario, se confía demasiado en la psique de un solo hombre.



Contrario al sentimiento popular del movimiento libertario, pienso que nos haría bien el recordar que las ideas son importantes, pero más son las personas que actual sobre estas. Al final de todas las teorías económicas, éticas o esotericas, debe haber personas que va a los medios y las comunica, personas que organiza a las masas para votar o tomar acción política de alguna índole. Y estas personas son de carne y hueso. Ellos ocupan el apoyo moral, financiero y logístico para poder salir adelante. En proporción de que tan importante es para nosotros la victoria de las ideas debe ser nuestro apoyo de las personas que las llevan consigo, de quienes las viven y las nutren en otros.


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