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Foto del escritorMarcelo Arteaga Mata

Yukio Mishima - Al final hay que actuar.



“El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable persiste en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Por lo tanto, todo progreso depende del hombre irrazonable.”

― George Bernard Shaw, Man and Superman



A menudo encuentro inspiración al pensar en la historia de la vida y muerte del nacionalista japones Yukio Mishima. Un escritor que fusionó a literatura tradicional japonesa y la moderna occidental. Un nacionalista y anticapitalista que murió en un fallido Coup en el que planeaba inspirar a las fuerzas armadas a la insurrección. Por una parte, sus ideas románticas y nostálgicas del Japón antiguo lo inspiraron a organizar un movimiento político que buscaba retomar los valores auténticos japoneses. Con tal pasión y enjundia promulgo su visión que convenció a personas de formar un grupo llamado "Tatenokai", quienes eran una milicia privada en Japón dedicada a los valores tradicionales japoneses y la veneración del Emperador. Y por otra parte su pasión lo cegó al simple hecho de que el japones común no quería regresar a la época de valores samurái, querían las comodidades de una vida occidental.


Su vida y muerte pienso es un paradójico ejemplo de dos sentimientos encontrados en la lucha política. El primero es el sentimiento de la esperanza. Todo actor político es él personaje principal de su historia, y en mayor o menor medida este puede afectar su medio ambiente y moldear la realidad para impregnar sus valores en ella. Uno escribe un libro, o da un discurso con el ahínco de poder cambiar las cosas. A menudo esto requiere el poder tener una perspectiva romántica de las cosas para encontrar la inspiración y encontrar las palabras adecuadas para expresar exaltación o frustración. Y el otro sentimiento es del sobrio realismo de ver las cosas como son. El entender tu insignificancia en un contexto político, la apatía generalizada de la población y la severa determinación de los factores económicos en el ámbito sociopolítico.

Existen mucho que aprender de la vida y muerte de Yukio Mishima. El poder encontrar un balance entre ser inspirado por ideas románticas y tomar acciones pragmáticas. El saber que no siempre funcionaran los planes, pero encontrar paz en seguir tu propio camino. Y el poder de la palabra en afectar los corazones de las masas y sus límites. Aunque no comparto la ideologia politica de Mishima, encuentro su vida facinante y a continuación les presento un articulo corto sobre la vida de Mishima que me gusto. Espero les sea de su agrado:



Esta mañana hace cincuenta años, un escritor aún relativamente joven terminaba el último capítulo de su novela y la enviaba a la editorial. Unas horas más tarde moriría, con la cabeza separada del cuerpo y una herida abierta en el abdomen. En un momento dado, el escritor japonés Yukio Mishima fue candidato al premio Nobel. Su repentina y espantosa muerte conmocionó al Japón de posguerra.


Mishima creció como un niño enfermizo bajo la tutela de un padre autoritario, y se dedicó a la halterofilia, esculpiendo un físico cincelado en una época en la que el culturismo era todavía un pasatiempo marginal. Mishima fue dramaturgo, actor, director de cine, poeta y autor de gran talento. También fue un extremista político que se hizo eco de las preocupaciones de la derecha nacionalista contemporánea al tiempo que encarnaba una estética homoerótica. Su activismo político abarcaría temas como el antimaterialismo, la renovación espiritual, el militarismo y el imperialismo.


En su acto final, la mañana del 25 de noviembre de 1970, Mishima asaltó el cuartel general de las fuerzas de defensa japonesas en Tokio con un pequeño grupo de hombres vestidos con uniformes paramilitares. Mishima subió al balcón y pasó 10 minutos arengando a los soldados japoneses reunidos en el patio de armas. Sin embargo, sus tres gritos de "Viva el Emperador" no fueron bien recibidos y Mishima se dirigió al despacho del comandante, se destripó a sí mismo con una espada e hizo que un seguidor le decapitara en un suicidio ritual.


En la época de la muerte de Mishima, Japón experimentaba un rápido desarrollo económico y modernización. Pero, al igual que en algunas partes de Europa occidental durante la posguerra, había quienes se sentían repelidos por lo que consideraban el superficial materialismo del auge capitalista de posguerra, que -en el caso de Japón- Mishima veía como una traición a la orgullosa tradición samurái.


El último discurso de Mishima desde el balcón, preludio del brutal e impactante final de la vida del mayor talento japonés de la posguerra, estaba impregnado de una retórica que no estaría fuera de lugar en la alt-Right actual: una narrativa de malestar espiritual junto con tradiciones profundas y antiguas que son barridas por la modernidad, con la corrupción y la codicia sustituyendo al honor y el deber. Con motivo de la muerte de Mishima, su simpatizante político Fusao Hayashi acusó a los políticos del país de convertir Japón en "un feo pozo de animales económicos y aprovechados".


El sentido de un suicidio político puede parecer extraño a quienes están impregnados de las tradiciones occidentales. Pero al quitarse la vida, Mishima pretendía recrear la muerte sacrificial llevada a cabo por el emperador durante la guerra, una figura a la que Mishima consideraba realmente un dios (aunque Mishima había criticado al emperador por renunciar a su divinidad tras el final de la guerra). El suicidio fue para Mishima una forma de recordar a sus compatriotas lo que habían creído durante la guerra.


Esta es una de las explicaciones más persuasivas del impactante acto de Mishima a lo largo de los años. Otra fue articulada por el propio Mishima, que pocas semanas antes de su muerte se hizo eco del culto fascista a la acción por la acción. "La literatura es impotente", dijo Mishima al jefe de los grandes almacenes Seibu, "al final hay que actuar".


- JAMES BLOODWORTH








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